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Fenómenos paranormales en el psiquiátrico de Miraflores de Sevilla


El ala derruida del Hospital Psiquiátrico de Miraflores es ahora un edificio que es de la Diputación de Sevilla y que, actualmente, está operativo para dicha administración. Una de las empleadas que trabajó en ese hospital psiquiátrico nos apuntaba: «Las noches allí son horrendas».


Una idea en la que coincide José Luis S. también trabajador de esta institución declaraba: «Yo trabajé mucho tiempo allí, cuando había pacientes y cuando no. Cuando había pacientes tenía un pase pero ¿y cuando estaba aquella ala sola? Se seguían oyendo gritos, no de animales, esos los conocemos, sino gritos de persona como si aún hubiera allí algo, un recuerdo... El caso es que es tremendo. Cuando vas a las habitaciones de azulejos era horrible. Se percibían cosas en aquellos pasillos que no se acababan, se podían oír cómo algo gruñía, o cómo te siseaban, o el vaivén de las luces que se iban apagando y encendiendo tras de ti. Es horrible».


Seguimos escuchando los testimonios de aquellos que han sufrido experiencias de este tipo, María J. trabajó en el interior del edificio durante cinco largos años: «Era lo peor, cuando llegaba el turno de noche me echaba a morir. De día por la hay luz y que había más gente tenía un pase, pero de noche es que no se sentía un alma allí y para colmo éramos sólo dos personas y con muy pocas ganas de bromas. Un día, venía de uno de los patios y cogí el pasillo que lo rodea, entré en una de las galerías y sentí como me llamaban 'Mari', decía aquella voz... Mira, un escalofrío me dejó helada, y otra vez aquella voz 'Mari'. Busqué quién podía ser, no vi a nadie y salí corriendo en busca de mi compañera que se encontraba en el otro extremo del edificio, llegué tan nerviosa que tuvimos que parar cerca de una hora. Ella no podía haber sido, al sentir mi llamada vino a mi encuentro y le conté lo que me había pasado, entonces ella me confesó que también le pasaba muchas veces y que por eso llevaba siempre la radio puesta y alta. En esta ocasión, tuve suerte y la pillé cambiando las pilas de la radio porque si no la llego a encontrar me muero».


Los vigilantes de seguridad siguen haciendo su ronda en torno al edificio y no dudan en llamar a las fuerzas del orden público siempre que un curioso o un osado buscador de misterios decide adentrarse en su interior.


Los vigilantes, esos inestimables confidentes, también tenían que contarnos algunas experiencias: «Es difícil deciros si pasa algo o no que sea extraño. Hombre, por el tiempo que llevo aquí te diría que sí, que lo es, sobre todo cuando de madrugada, a las 03.00 horas miras algo que te llama la atención y es una luz en el edificio que se enciende, o una silueta, como si alguien llevara una luz que se pasea de un lado a otro cuando sabes que allí, en ese momento, no debería de haber nadie. Entras y buscas, con mucho miedo, y no hay nadie. Vuelves a salir y allí está de nuevo la luz, acabas por no echarle cuenta ¿Para qué? Otras veces, sientes un alarido enorme desde el interior y prefieres pensar que es algún animal. Tenemos que tener cuidado, muchas veces vienen chicos alentados por el programa de Iker Jiménez y se creen que venir aquí es venir de excursión a buscar fantasmas, y aquí lo que hay que es tener mucho cuidado, además de tener en cuenta que hay personas trabajando. Esto no es ninguna feria, demuestran ser muy inconscientes, ahí dentro te puedes hacer daño y, aunque es muy difícil entrar, si alguien entra y le pasa algo fíjate la papeleta para él y para nosotros. Sí que se pasa mal y se sienten cosas raras. Pero si echáramos cuenta a todo eso no podríamos trabajar aquí» sentencia nuestro amigo.


Durante las investigaciones en su interior, se han podido grabar diferentes sonidos, algunos los llamarán psicofonías, otros «voces del más allá» y los que creerán que han sido producto de algunos de los integrantes de la noche de investigación. La mayoría no tenemos una explicación lógica a estos fenómenos y tampoco es una garantía de que en el lugar se estén produciendo hechos paranormales.


Sí es cierto que se han detectado descensos bruscos de temperatura justo cuando se han grabado diferentes hechos insólitos: como las luces de las galerías encendiéndose y apagándose solas, o cómo se nos ha arrojado viejo material del psiquiátrico desde plantas más elevadas a sabiendas de que en ellas no hay nadie e incluso viejos archivadores que se han abierto impulsadas por una fuerza que no alcanzamos ver. Las personas que nos acompañaban en esta ocasión estaban dotadas de una cierta sensibilidad en este tipo de lugares, todas coincidían en el dolor encerrado en el lugar, las penas, la amargura, la sinrazón... Quizás todo ello haya «impregnado» todos y cada uno de los rincones de este edificio con fama de maldito.


En nuestra visita diurna destacamos el olor a desinfectante médico y a medicamentos que mantiene la zona de farmacia donde hay muchos productos caducados. En el edificio es fácil desorientarse y se desaconseja visitarlo de noche, es muy peligroso. En las plantas superiores, el sonido inconfundible de las palomas hacen que sepamos separar lo extraño de lo racional.


Entre sus sombrías plantas, una de nuestras acompañantes decía ver repetidamente a una persona. Un hombre que se suicidó allí mismo, decidió ahorcarse. Quizás sea un comienzo para tratar de explicar estos fenómenos a los que aún queda mucha investigación. Hay veces en las que la locura es el acceso a un mundo de realidades paralelas que no vemos y tampoco podemos visitar, aquellos que entran en él difícilmente pueden abandonarlo.


¿Quién sabe? En los tiempos que corren y con lo difícil que ya resulta vivir y convivir en paz, quizás esa resulte la mejor salida... Decía un sabio al respecto que: «A veces el mejor de los cuerdos es un loco».

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